Nacionales-Logró que su ex fuera a juicio por difundir videos sexuales de ella pero vive un calvario: «Perdí el trabajo»  

Paula Sánchez Frega se separó del tatuador riojano Patricio Pioli y él difundió grabaciones de su intimidad. Estuvo preso y quedó en libertad bajo fianza.

Paula Sánchez Frega se convirtió en la primera mujer en lograr llevar a juicio a su ex novio por haber difundido videos sexuales de ambos después de que se separaron.

El caso de esta joven riojana de 28 años cobró notoriedad a nivel nacional en junio de 2017, cuando su ex, el tatuador riojano Patricio Pioli, fue procesado con prisión preventiva (pero con beneficio de excarcelación) por los delitos de «coacción» y «lesiones leves calificadas». Estuvo detenido dos semanas y quedó en libertad pagando una fianza.

Paula Sánchez Frega denunció a su ex por pornovenganza.

Este tipo de escenarios son conocidos como «pornovenganza». No sería el término más acertado. Muchas organizaciones feministas aclaran que al incluir el concepto de «venganza» denota que la víctima hizo algo para merecerlo.

La causa se encuentra en el Juzgado Nº3 de La Rioja a cargo del magistrado Gustavo Farías e irá a juicio oral, aunque todavía no está definida la fecha.

Frega y Pioli se conocieron en 2016, cuando ella entró al local donde él se hacía tatuajes. A los dos meses de relación, Pioli se fue a vivir a la casa de Frega, a los cuatro el vínculo empezó a resquebrajarse por continuas peleas cotidianas que se amplificaban y escenas de celos de ambos lados. A los ocho meses ella pudo echarlo, no sin antes recibir un sinfín de insultos, amenazas en torno a la publicación de videos y fotos sexuales.

«Con mi consentimiento, él grababa nuestras relaciones íntimas. Yo no le preguntaba para qué, pero suponía que era para mostrárselas a sus amigos. A mí no molestaba, confiaba en él y pensaba que no pasaría de ese círculo», contó la joven en una entrevista con el diario Clarín. «Pero todo cambió cuando mi intimidad cruzó la frontera llegando a lugares como a Córdoba. Ahí fue que decidí denunciarlo y llevarlo a la Justicia».

Frega reveló que está tomando pastillas para dormir y antidepresivos. «Tengo insomnio, cuando me duermo me despierto con sobresaltos y no me resulta sencillo salir a la calle porque la mirada del otro siempre es acusadora». Hace saber que trabaja en un lugar de comida adonde un grupo anónimo arrojó decenas de fotos con ella desnuda. «Me tuve que ir y no pude conseguir trabajo. ¿Quién me va a contratar? No tengo un centavo, por suerte me ayudan mis padres», describe Paula, que vive sola y que quiere que se termine este drama de una vez.

Frega y su abogada aspiran a que este caso de pornovenganza siente jurisprudencia. «Paula quiere un castigo, una sentencia, pero la privación de la libertad del acusado no la va a lograr», sostiene Varas, que enfatiza. «Es necesario concientizar a la sociedad para que quede bien claro que prestar consentimiento para sacarse una foto íntima, no implica el derecho a publicarla y difundirla. Esa conducta es un delito».

La joven asegura que no le interesa ningún resarcimiento económico pero si lo recibiera lo utilizaría para abrir un refugio para mujeres víctimas de violencia de género. «Aquí en La Rioja estamos muy desprotegidas, y yo soy un caso que la puede contar entre miles de mujeres«, dijo.

Tras lograr que su ex pareja fuera a juicio, Frega está convencida de que su última relación resultará un punto de inflexión en su vida sentimental futura. «Nunca más voy a permitir filmar nada. En una próxima relación íntima no habrá teléfonos ni ningún otro dispositivo».

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