Encontró una serpiente de casi dos metros en el patio

Fue este viernes en Fisherton. La mujer quiso «apagar las luces» cuando divisó a la bicha, una boa vizcachera. Finalmente, el reptil encontró su destino de cartera, aunque hay dudas sobre el desenlace

“Reptil no hay camino, se hace camino al reptar”, pensó una boa vizcahera de 1.80 de largo y terminó en el patio de una casa de un barrio rosarino. Lo de “terminar” es literal, porque la serpiente encontró el desenlace menos esperado para su periplo.

¿Qué pasó? Nilda, una vecina de Fisherton, le contó a Radiópolis (Radio 2) que este viernes amaneció «un poco más tarde» y se asomó al patio. Ahí tuvo el primer encuentro piel a piel: la citada yarará se había desplegado en el borde de la pileta de la vivienda, a la espera de sosiego ante la ola de calor.

“Me levanté para apagar las luces, pero estaba sin anteojos”, relató Nilda. Ya con las gafas puestas, el panorama fue otro: “Lo primero que vi fue la cabeza y después veo que rodeaba la pileta”.

Ni el grito de la mujer perturbó la calma de “la bicha”. La mujer no sabía qué era, ni si se trataba de un reptil peligroso. Como su marido “no estaba en casa” llamó al 911.

Desde esa dependencia le sugirieron que se comunicara con el 191, que es el número de control de vectores. Pero, ante la falta de repuesta, Nilda cortó por lo sano: “Llamé a la radio (Radio 2)”.

La amplitud modulada aceleró el final. “Llamaron desde la Municipalidad y me solucionaron todo”, dijo –con cierto alivio– Nilda

Es más, el tema habría llegado a los oídos de la mismísima intendenta Mónica Fein, que habría pedido “por favor, que se ocupen del tema”.

Como si fuera poco, el episodio casi termina en una discusión familiar porque cuando Manuel, el marido de Nilda, escuchó que su esposa había llamado a la radio para contar lo que le pasaba, el hombre cuestionó la movida. “Primero me dio bronca: qué va a estar llamando a la radio por una lagartija o por una culebra”, se quejó él.

Ahora, cuando llegó a la casa y vio se dio cuenta de que no era una lombriz crecida. Pensó que se trataba de una «yarará», pero con el correr de las horas se confirmó que se trataba de una lampalagua o boa vizcachera.

“La quería agarrar, pero estaba en un lugar incómodo”, relató Manuel que, según explicó, “está acostumbrado a cazar”.

Sobre los últimos minutos de vida del reptil, poco se sabe. Hay quien escuchó un disparo. Lo concreto es que cuando el móvil de Fernando Carrafiello llegó al lugar, la serpiente ya tenía el cartel de cartera, y no porque estuviera dormido.

Tal como reza la canción Bicho de ciudad, “será la vida, que siempre nos pega un poco”. El final espera en el patio menos pensado.

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