Locales-Inseguridad en el contexto de la atención sanitaria: la salud en alerta

 Esta vez la escena fue en el Hospital Santojanni de la Ciudad de Buenos Aires, y nuevamente, cuando las situaciones de violencia que viven los profesionales de la salud mientras atienden a sus pacientes gana la escena pública y se impone en la tapa de los diarios, la problemática de la inseguridad en los contextos de salud se hace visible. Sin embargo estos hechos no son una cuestión novedosa ni aislada en una determinada circunstancia y lugar. Por el contrario, es un fenómeno preocupante que aparece como una de las problemáticas más acuciantes de la actualidad sin que el Estado parezca ofrecer una solución capaz de resguardar a quienes desempeñan una de las tareas más sensibles en una sociedad como es la atención de la salud de las personas.

Aunque el primer argumento que suele aparecer en la consulta a autoridades parece señalar que “Pergamino está lejos aún de lo que sucede en los hospitales del Conurbano bonaerense”, la falta de políticas efectivas en esta materia augura que se va en ese camino y esto afecta no sólo a los profesionales hospitalarios sino a cualquier prestador de servicios de salud que interviene en situaciones de urgencia, que es cuando se dan los principales desbordes emocionales que desencadenan las prácticas violentas.

Apenas se indaga entre los médicos que cubren emergencias, la violencia y la inseguridad aparecen como el común denominador para definir los problemas que aquejan a la salud. Es una consecuencia de la forma en que la inseguridad se ha instalado en las calles y todos coinciden en señalar que es un fenómeno que se va naturalizando mientras cada vez con más frecuencia se impone casi como una exigencia asistir la urgencia y atender a los pacientes acompañados por personal policial.

En este informe LA OPINION vuelca las voces de varios profesionales médicos, representativos de diversos espacios de atención de salud. Médicos de guardia del Hospital San José, profesionales que coordinan la parte asistencial de la empresa privada que brinda el servicio de atención de emergencias en la vía pública en el Partido de Pergamino y referentes de la Asociación de Profesionales del nosocomio local aportan su mirada sobre una problemática que afecta a quienes cotidianamente, ejerciendo su tarea, se convierten en blanco de hechos de inseguridad que generan una tensión en la relación médico-paciente, ese vínculo que por indispensable debería quedar al resguardo de cualquier embate.

 

La Guardia, una trinchera

No es raro escuchar el ruido de vidrios que estallan producto de un golpe. Tampoco es infrecuente que los gritos irrumpan en el consultorio o en el pasillo de espera. Empujones, insultos e impaciencia constituyen el universo que describe lo que a diario se vive en el Servicio de Guardia del Hospital San José, donde trabajan médicos, enfermeras y personal de salud afectado a la atención de las urgencias.

La doctora Cecilia De Marco, jefa del Servicio de Guardia del nosocomio, planteó que “los hechos de violencia son cada vez más frecuentes” y aunque evitó referirse puntualmente a episodios particulares, señaló que lo que ocurre en el hospital de Pergamino no dista demasiado de lo que ocurre en otros centros de salud de la provincia de Buenos Aires.

“La inseguridad es una problemática que nos toca muy de cerca, sobre todo a quienes trabajamos en el área de Guardia, donde ocurren mayormente los hechos de violencia, que aunque también suceden en el sector de internación, allí se dan en forma más aislada”, señala De Marco.

Asimismo aseguró que el reclamo del personal es permanente. El pedido: contar con un efectivo policial durante las 24 horas en el Hospital.

“Después de aquel inconveniente serio que tuvimos en el mes de mayo con la agresión a un colega de la Guardia, contamos con personal policial permanente durante un tiempo, pero lamentablemente hoy lo tenemos en forma intermitente; pedimos que esté los días de paro, en horas de la noche y los fines de semana cuando estamos más expuestos”, expresó.

A su juicio, los hechos de violencia tienen que ver con la misma situación en que la gente vive en el contexto social en el que se encuentra. “No hay un motivo en sí que justifique la violencia, romper un vidrio de la Guardia porque una persona tiene una hermana que está siendo atendida en un consultorio contiguo, es moneda corriente; la violencia no se genera porque no hay atención, se da por la violencia en sí”.

“Es increíble cómo disminuye el riesgo cuando está la Policía; en el Hospital tenemos cuidadores hospitalarios, pero su función es otra, no frenar los hechos de violencia, al contrario muchas veces ellos también terminan siendo blanco de agresiones, les faltan el respeto; el uniforme policial impone una autoridad y en este contexto protege al médico”, aseguró.

Con respecto a los dispositivos de seguridad instalados para disuadir situaciones de violencia – como cámaras de seguridad y botones antipánico- De Marco opinó que no siempre dan resultado: “El botón antipánico dispara una alarma que da aviso a la Policía, pero después hay que ver si hay algún móvil y efectivo disponible y cuando la Policía llega el hecho ya ocurrió; las cámaras se las roban; por eso es que reclamamos la presencia policial permanente”.

La problemática se agudiza durante los fines de semana, a raíz de la atención de personas que llegan bajo los efectos del alcohol y las drogas. Los médicos que trabajan en la Guardia saben que responder a este pedido no es una decisión que dependa de las autoridades hospitalarias, no obstante también ante ellos hacen oír su voz. “Nosotros reclamamos ante la Asociación de Profesionales; ellos ante los directivos del Hospital, y así hasta llegar a las autoridades del Ministerio, pero lamentablemente esta situación está ocurriendo en todos los hospitales”, admite.

 

Impotencia y compromiso 

De Marco reconoció que la primera sensación que se le genera a un profesional de la salud frente a la agresión es la impotencia. “Lo primero que me dicen los médicos es: ‘No trabajo más, a mí me gusta lo que hago y necesito trabajar pero tampoco puedo exponer mi vida y la de mi familia por estar expuesto a personas que no valoran mi trabajo’. Es muy doloroso escuchar esto, pero los médicos tenemos una enorme vocación de servicio y seguimos adelante, aunque no todo el mundo reconoce esa tarea”.

 

 

En la Guardia 

 

En el Servicio de Guardia del Hospital San José trabajan 10 médicos de planta y a este equipo se suman residentes y enfermeras que trabajan en turnos fijos. Los profesionales médicos cumplen guardias semanales de 24 horas, algunos las hacen de 24 horas corridas y otros, estructuradas en dos días de atención de 12 horas.

 

 

Una nueva promesa 

 

El viernes, las autoridades del Hospital San José se reunieron con las cúpulas policiales para insistir en el pedido de contar con presencia de efectivos en forma permanente en el nosocomio. Según lo señalado a LA OPINION por el doctor Walter Gatón, director ejecutivo del Hospital, del encuentro participó el jefe Distrital Marcelo Garrido junto a otros referentes de la fuerza, quienes se comprometieron a disponer de uniformados. Los mismos estarán coordinados por el inspector David Palacios. Directivos del nosocomio valoraron la disposición de las autoridades policiales y aguardan con expectativas que el compromiso asumido se materialice.

 

 

Crivelli: “No podemos tener esta desprotección, un exaltado puede ocasionar una tragedia” 

 

El doctor Gustavo Crivelli, presidente de la Asociación de Profesionales del Hospital San José, formuló algunas apreciaciones respecto de la realidad que se vive en el nosocomio frente a los hechos de inseguridad que ocurren en el ámbito de la salud.

-¿Qué consideración le merecen los hechos de inseguridad que se dan en el contexto de la atención de salud?

-Desde hace mucho tiempo venimos reclamando por el mantenimiento del Hospital público y por el tema de la seguridad. Nos hemos cansado de reiterar este pedido a las distintas autoridades, a la Fiscalía, a la Policía y siempre pasa lo mismo: mantenemos reuniones de lo más amables donde se comprende la problemática, durante un tiempo el Policía está durante las 24 horas en el Hospital y luego esa presencia se hace discontinua. En algún momento pedimos que pudiera crearse una delegación policial en el Hospital, pero la respuesta fue negativa. En estos días, a raíz de los hechos de violencia que ocurrieron en un hospital de la Ciudad de Buenos Aires, escuché a un profesional decir que querían trabajar con guardapolvos y no con chalecos antibalas y creo que la reflexión es esa.

-¿La Asociación de Profesionales recibe quejas de los médicos del Hospital?

-Nos reclaman mucho los colegas, sobre todo los de Guardia. Reclaman permanentemente la presencia del policía en el Hospital. Hacemos responsable al Estado de la seguridad de los trabajadores de la salud. Entendemos que haya menos efectivos,  que el dinero no alcance, pero nadie puede atender bajo amenaza. De por sí la atención de salud es un trabajo estresante, pero si a eso se le suma que hoy atender pone en riesgo la integridad física, la situación se torna muy delicada.

-¿Lo que sucede en la Guardia ocurre también en otros servicios del nosocomio?

-Sí, pero se agudiza en la Guardia, sobre todo los fines de semana. Sabemos que la drogadicción es un problema grave de la sociedad, que la gente está agresiva. Hoy- por el jueves- estaban suturando a un paciente en el quirófano de Guardia y un familiar disconforme porque tuvo que esperar un ratito, rompió los vidrios de la sección; de ahí a que haya agresión física hacia un médico, amén de la agresión verbal, hay un solo paso.  Hemos tenido disparos de bala en la Guardia, le rompieron la nariz a una médica. En otros servicios también pasa, a mí me ha pasado como jefe de Cirugía una madrugada sentir que nos iban a matar a todos porque un paciente que había ingresado con una herida de bala falleció tras una intervención quirúrgica. La reacción de la familia ante el desenlace fue muy fuerte, pensando que nosotros teníamos la culpa de lo sucedido, cuando en realidad se había hecho todo correctamente y en tiempo y forma. No podemos tener ese nivel de desprotección, donde un exaltado puede ocasionar una tragedia. Vivimos una situación complicada y estamos muy preocupados. Sabemos que las autoridades del Hospital comparten con nosotros esta preocupación y gestionan acompañando nuestro reclamo. El responsable de cuidarnos es el Estado.

-¿La figura de los cuidadores hospitalarios no disuade algunos hechos de violencia?

-La tarea que ellos realizan es otra. Se ocupan de ordenar la circulación de la gente, custodian que no se roben cosas del Hospital, orientan. Pero la presencia del uniformado en el Hospital es lo que necesitamos.

-¿Qué le pasa a un médico cuando se ve agredido al realizar una tarea tan sensible como necesaria para la gente que acude al Hospital? 

-Sentimos impotencia. Esta es una opinión personal, no sé cuánto le interesa al Estado el tema de la salud, ni cuánto empeño pone. En el caso del Hospital San José, vemos que los nuevos directores gestionan de manera insistente y prolija, han llegado insumos, las cosas se van ordenando, pero en el tema policial y de resguardo del personal de salud realmente no logramos la solución, sabemos que no depende de la dirección del Hospital sino que es el Estado el que debe garantizar la seguridad. Un médico siente una fuerte sensación de desprotección porque sabe que da lo mejor de sí, y como la medicina no es una ciencia exacta, si algo no sale como uno espera, puede ocurrir una tragedia. El Hospital da una muy buena respuesta en la atención, pero la gente no siempre lo siente de ese modo. La inseguridad con la que convivimos en la calle también se ha trasladado al Hospital.

 

La Opinion de Pergamino

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