Pergamino – Cambia, todo cambia: Los peces del Arroyo Pergamino recuperan su territorio.

El Arroyo Pergamino  tiene un recorrido de 100 kilómetros (se extiende desde la laguna El Pescado, y de los Bañados de Juncal, en la provincia de Santa Fe, hasta volcar sus aguas en el río Arrecifes). En todo su recorrido, desaguan en su curso pequeños arroyos intermitentes y el cauce permanente del Arroyo Tambo Nuevo. Su extensión lo hace, naturalmente, hábitat de muchas especies de peces y animales acuáticos. Sin embargo, desde hace años, la contaminación que los seres humanos hemos producido, lo han vuelto, en especial en la zona de Pergamino, un ambiente hostil.

Las aguas del arroyo Pergamino presentan naturalmente elevadas cantidades de sales provenientes del suelo, a las cuales se le agregan sustancias volcadas por las industrias, especialmente en su paso por la ciudad. Además, por la explotación agropecuaria, el arroyo recibe también abonos y fertilizantes; tal es el impacto de los agrotóxicos, que un estudio realizado por el Instituto de Recursos Biológicos del INTA sobre el impacto de la actividad agrícola en el arroyo Pergamino detectó la presencia de plaguicidas en ocho de cada diez peces.  A ello se suma la contaminación antrópica, producida principalmente por desagües industriales, reservorios de basura y desagües cloacales clandestinos que vuelcan sus líquidos al arroyo. No es novedad, desde hace años, que a simple vista gran cantidad de basura puede observarse en sus orillas. Todo esto ha abierto el debate por la preservación del agua y la biodiversidad en la ciudad. Sin embargo, no se ha tomado ninguna medida y ocurre lo inevitable: los peces mueren o se retiran a áreas menos peligrosas.

peces

Por toda la agresión ambiental, de la que formamos parte activa, nos acostumbramos a aguas turbias y malolientes, a una «naturaleza muerta». Por eso, ahora, mientras estamos en aislamiento (que reduce la circulación y la actividad industrial), cuando una mujer que está autorizada a caminar con su hijo por el paseo ribereño por una cuestión de salud del menor y que en uno de esos paseos matinales registró con su celular la notoria presencia de peces en el lugar, el hecho, que debería ser una estampa más de la cotidianidad de las aguas del arroyo, se vuelve noticia.

Más allá de toda la contaminación antes detallada, que es historia conocida, hoy, el aislamiento ha puesto en evidencia otra forma de agresión ambiental que ahuyenta a los peces: la acústica. Un reciente estudio realizado por los Científicos de la Universidad de Bristol, en Reino Unido, demuestra que el comportamiento de los peces se altera con el ruido, que puede llegar a alterar su hábitat y sus comportamientos. Se estima que los peces incluso tienen pérdidas de audición y un alto grado de estrés.

Sin dudas, nuestro ritmo frenético, la cantidad de personas que concurren al Terraplén con música, el paso constante de vehículos, entre otros, se sumaron a la contaminación ambiente y generaron el éxodo de muchas especies animales. En el marco del aislamiento, en poco más de un mes, en Pergamino, como en muchas partes del mundo, la naturaleza florece y la fauna se regenera. Dos eventos se producen: la naturaleza recupera espacio y fuerzas para ser, mientras que los humanos recuperamos tiempo y presencia para ver. Corren vientos de esperanza en medio de la crisis. La pregunta es: ¿qué pasará cuando recuperemos las calles?

 

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