Pergamino, la ciudad que no aprende.

¿Rebeldes? ¿Transgresores? ¿O solamente idiotas? Quizás suenen fuerte para el lector estas palabras, pero cuesta encontrar  otras para describir lo que nos sucede como sociedad, y en este caso hablamos del pergaminense. ¡Sí!: vos, yo. Para otra nota quedará el análisis sobre la responsabilidad del estado y de los controles.

Quería plasmar por medio de estas palabras mi preocupación por la responsabilidad (irresponsabilidad) del vecino pergaminense. Vivimos transgrediendo continuamente. Quizás el tema más actual es el uso de pirotecnia. Se realizó una infinidad de campañas a nivel municipal, nacional y mundial, en diferentes medios de comunicación; y abundaron videos e imágenes alusivas  en redes sociales. A pesar de que la venta está prohibida en varias regiones de nuestro país (no es el caso de nuestra ciudad), a pesar de que sobreabunda la información sobre el daño que  produce el uso de pirotecnia a las personas que padecen autismo y a los animales, pareciera ser que esto le importa poco o nada al pergaminense. Más aún, la práctica se vuelve, incluso, autodestructiva: En Nochebuena un vecino terminó hospitalizado, y con pérdida de visión en uno de sus ojos, tras una explosión por manipular pirotecnia. Lo que debía ser una noche de paz, amor y bendición, terminó siendo una pesadilla para su familia.

Ahora, la pregunta que me hago es: ¿Por qué? ¿Es necesario? ¿Solo obedecemos cuando se nos prohíbe algo? ¿No existe el sentido común? ¿Dónde está la compasión? ¿Qué nos está pasando?

Podríamos enumerar un largo rato las muestras de nuestra irreverencia por las normas: el evitar la utilización de casco al circular en moto, el uso del celular mientras se conduce, la falta de uso de cinturones de seguridad, el no respetar velocidades máximas, etc., etc.

¿Qué nos tiene que pasar para empezar a respetarnos? ¿Cuánto más daño debemos hacernos, o hacer al prójimo, para aprender?

Sonará un poco utópico, pero deseo para este 2020 que podamos madurar como sociedad y ser un poquito mejores.

¡Felicidades!