SABER PERDER, SABER SEGUIR

portadaLo único constante es el cambio, dicen… Y no hay transformación posible sin pérdida. Cuando algo se destruye en nosotros o en nuestra vida, una parte de lo que somos se va… Cuando lo que nos ocurre es, por el contrario, una modificación constructiva, también hay algo que deja de existir, al menos tal como era, porque ya nunca más seremos los mismos.

Podríamos hablar de devenir y de esencias, sumergirnos en profundas reflexiones filosóficas. Sería, sin duda, un muy edificante viaje de búsqueda. Pero basta simplemente con aceptar, no solo desde el pensamiento, sino fundamentalmente desde la emoción y la acción, que algo ya no está. Ninguna conclusión forjada en las alturas del mundo de las ideas nos evitará el dolor. Ninguna explicación cambiará la realidad que nos toca experimentar. Ninguna emoción sostenida en el tiempo revertirá lo sucedido. Ninguna conducta superará nuestra condición: somos un pequeño fragmento de este inmenso, y en gran parte desconocido, Universo y, más allá de nuestra egoica ilusión, nada podemos controlar.

¿Dejar de pensar? ¿Reprimir lo que sentimos? ¿Inmovilizarnos en la resignación? No. No es útil y no es viable. Toda decisión que se base en la negación o en la represión está condenada al fracaso. Toda pretensión de dominio sobre nuestra existencia y el afuera es un cuento que fabulamos para maquillar nuestras vidas con paz y superación. Pero la lluvia del llanto incontenible surca la pintura de la más perfecta máscara. Lo único que nos queda es vivir cada emoción, en tiempo y forma, hasta que a fuerza de libre y ecuánime expresión llegue a su término, porque ni siquiera el dolor puede jactarse de ser inmortal.

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Nuestra dimensión humana nos hace complejos e inmanejables. ¿Castigo o bendición? Nada de eso: libertad. Justo ejercicio de ese libre albedrío que reclamamos y a la vez tememos y padecemos. Ser libres tiene un valor (no costo ni precio) que, al percibirlo y aceptarlo, nos lleva a vivir una experiencia plena de lo Es y de lo que Somos, saboreando, de sabor y saber, el camino como se presenta, con hiel y miel.

Conocernos nos enfrentará a esta y a otras evidencias, nos conectará con nuestros mejores recursos. Somos el aprendizaje pendiente más urgente. Podemos aprender por dolor o por amor. Aprenderemos de todos modos, por una vía u otra, pero en función de nuestras elecciones y de nuestro grado de consciencia llegaremos a destinos diferentes. Y como la vida se trata de disfrutar más la trama que el desenlace será cuestión de caminar sostenidos por lo que tenemos y no atados a lo que nos falta, atesorando como equipaje y compañía, con gratitud, todo lo que por única acción de la vida misma aún tenemos y queremos.

Agradecer, siempre, lo que permanece y lo que estuvo alguna vez. Seguir. Porque los mismos misterios que nos mantienen vivos, aún contra nuestra voluntad, tal vez encierren esa sabiduría suprema de la que nuestra humanidad nos excluye. Porque tal vez la vida nos sorprenda.

DIANA SANTORO

PROFESORA EN LETRAS

COMUNICADORA

PROFESORA DE YOGA

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