Salud- Emociones y cerebro. El rol de la palabra.

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PATRICIA

Pasamos mucho tiempo de nuestra vida recorriendo largos caminos con las más diversas emociones, que atraviesan nuestro cerebro y se manifiestan en nuestras respuestas verbales, físicas y muchas veces en nuestro cuerpo, como enfermedades.

No siempre están a nuestro alcance todas las palabras para expresarlas y dibujarlas. Más bien a lo largo del tiempo las reprimimos, las negamos o las manifestamos de forma demasiado concreta, lo cual no expresa en realidad lo que está pasando.

Cuando el afecto se conceptualiza y se registra con el conocimiento emocional, se asocia con un objeto en una situación concreta, brindándole al experimentador información sobre la mejor manera de actuar en ese contexto específico. Así, la diferenciación emocional mejora las habilidades de regulación de las emociones. La experiencia y el etiquetado del afecto negativo son más importantes que la intensidad de este para la funcionalidad subsiguiente.

Hay ejemplos de estudios que relacionan la diferenciación emocional con diferentes índices de funcionamiento psicológico saludable:

  • Las personas que padecen emociones negativas mejor diferenciadas tienen menos probabilidades de respuestas auto agresivas como beber en exceso cuando están estresadas, inmediatamente antes de un próximo episodio de consumo de alcohol, ya que consumen aproximadamente un 40% menos de alcohol que las personas con una diferenciación emocional menor.

  • Las personas que son mejores para diferenciar sus sentimientos negativos también son entre un 20% y un 50% menos propensas a tomar represalias agresivas (es decir, agredir verbal o físicamente) contra alguien que las ha lastimado.

Las personas que eran adeptas a describir y diferenciar sus sentimientos también mostraron menos actividad en la ínsula y la corteza cingulada anterior cuando fueron rechazados por un extraño durante un juego de lanzamiento de pelota simulado por computadora. Estas regiones cerebrales son parte de la red de «atención» que representa y regula las señales interoceptivas y homeostáticas durante una amplia variedad de fenómenos psicológicos, que incluyen (entre otros) la emoción, el afecto y el dolor.

Primero, las personas a las que se les diagnosticó un trastorno depresivo mayor no solo experimentaron una angustia más intensa en su vida diaria, sino que, como consecuencia de esto, también mostraron un menor nivel de diferenciación de emociones negativas que los adultos sanos.

En segundo lugar, las personas diagnosticadas con trastorno de ansiedad social podrían distinguirse de los adultos sanos por su tendencia a describir y a etiquetar sus emociones negativas de una manera menos específica e indiferenciada durante el curso de las interacciones sociales y los estímulos aleatorios en la vida cotidiana.

Razón más que importante que, ante distintas situaciones que nos angustien en exceso, y nos alteren el ciclo de sueño, causen falta de voluntad, desánimo, enojo, primero sea un médico quien evalúe esta situación a fin de determinar la presencia de enfermedad, como la depresión, manía, procesos infecciosos, metabólicos que estén afectando nuestras emociones, y que el tratamiento no sea la simple expresión de las emociones sino médico (de un especialista en Psiquiatría).

La baja diferenciación de las emociones es relevante para los trastornos del espectro autista (que podrían estar relacionados con la incapacidad de entender y usar las palabras de la emoción, los trastornos de la alimentación y el trastorno límite de la personalidad.

Hay evidencia preliminar de la eficacia de las intervenciones que capacitan a los individuos para ampliar su vocabulario de emociones y enseñarles a implementarlo de una manera flexible y contextualizada.

El entrenamiento en la diferenciación emocional mejora entre otras cosas la capacidad de una persona para resistir los efectos de sesgo de la emoción en los juicios.

Las personas entrenadas para ser más detalladas al describir sus sentimientos produjeron juicios morales que fueron menos influenciados por sentimientos incidentales e intensos de disgusto. La diferenciación emocional puede tener su mayor impacto durante situaciones emocionalmente reactivas, cuando la necesidad de regulación es mayor.

Hay evidencia de que enseñar a los niños en edad escolar a ampliar su conocimiento y uso de las palabras de emoción (20–30 minutos por semana) mejora su comportamiento social y el rendimiento académico en la escuela. La breve intervención también afectó a los maestros: las aulas que emplean este modelo educativo estaban mejor organizadas y fueron calificadas por observadores ciegos por tener un mejor apoyo educativo para los estudiantes.

La diferenciación de las emociones está vinculada a una mejor regulación de la emoción y a una variedad de mejores resultados. Un uso más específico de las palabras de la emoción desempeña un papel importante en la mejora de la diferenciación de las emociones como una habilidad.

Las personas que responden a sus experiencias sentidas con mayor diferenciación perciben con mayor consciencia su estado consciente y, por lo tanto, les resulta más fácil cambiar su enfoque de atención y mantener la estabilidad emocional.

Los resultados de las intervenciones psicológicas sugieren que las personas pueden capacitarse para mejorar la construcción de experiencias más granulares. En el corazón de estas intervenciones se encuentra la expansión del vocabulario emocional de una persona.

 

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Dra. Patricia Raimundo

MP 62951 MN158734

Especialista en Psiquiatría y Psicología clinica.

Magister en Neuropsicofarmacología.

Médica  Legista.

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