De las batallas de Cepeda en los campos de Pergamino

Conmemoración de la primera batalla de Cepeda. Foto: Fortín Pergamino (Facebook)

 

Por: Rafael Restaino
Pergamino, bien al norte bonaerense, fue escenario de numerosas batallas, entre ellas las dos de Cepeda, donde Unitarios y Federales derramaron sangre sin cambiar sustancialmente la matriz política y económica del país.

“La guerra no es más que la continuación
de la política por otros medios”.
Von Clausewitz

A lo largo de la extensa historia del Partido de Pergamino fueron numerosos los hechos bélicos que se produjeron. Entre ellos se encuentran los diferentes malones, siendo registrado como el primero de ellos el acontecido el 8 de agosto de 1751; la llamada Sublevación de Fontezuelas (1815), el saqueo y muerte del coronel Francisco Pico por medio de las fuerzas santafesinas que estuvieron lideradas por el irlandés Pedro Campell (1819); la Acción del Arroyo del Medio, donde las fuerzas de Buenos Aires al mando del coronel Antonio Rodríguez venció a una avanzada de caballería liderada por el entrerriano Ramírez (1820); el Combate de Las Palmitas donde fuerzas unitarias de Lavalle vencieron a federales que tenían a José Luis Molina y al mayor Manuel Mesa como caudillos (1829); El saqueo total de la población de Pergamino perpetrado por un grupo de pampas y ranqueles que obedecían al coronel Manuel Baigorria (1838).

Existieron numerosos hechos más, que no han sido registrados debidamente por esa historia oficial que se escribe desde Buenos Aires. Entre ellos la Acción de la Laguna de Cardoso (1856), el paso del Ejército Grande, los diferentes ataques de malones (1856, 1857,1858).

En esta enumeración observamos sin esfuerzo que fueron numerosas las acciones bélicas que se dieron en estas tierras, posiblemente porque Pergamino era la frontera entre Buenos Aires y el interior, el lugar donde se dirimía esa tensión existente, justamente, entre la gran ciudad portuaria y el resto del país.

De esas acciones por el grado de conflictualidad y por las consecuencias se destacan, muy especialmente, las dos batallas de Cepeda.

LAS CAUSAS DE LA BATALLA

Los motivos que llevan a esta confrontación fueron numeross y tienen su origen en el descontento de las provincias del interior con Buenos Aires, que había gobernado a las Provincias Unidas del Río de la Plata, surgidas a partir de la Revolución de Mayo, sin tener en cuenta su voluntad. La principal exigencia de los caudillos federales era que cada provincia se gobernara a sí misma y que unidas formaran una federación.

Desde esa fecha el conflicto Buenos Aires-Interior se fue acrecentando. En 1814 el caudillo oriental José Artigas lleva adelante las insurrecciones contra Buenos Aires, conformando una Liga Federal. En 1816 las provincias litorales, Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes, Misiones y la Banda Oriental, actuaban con independencia de Buenos Aires, pero el punto que señalamos como la causa determinante fue la sanción de la constitución Argentina de 1819, que otorgaba plenos poderes al gobierno de Buenos Aires y restringía la autonomía de las provincias. Esto hizo que se decidiera no tratar más con Buenos Aires y atacarlo en su propia capital. Por encargo de Artigas, las fuerzas de entre Ríos se trasladaron a Santa Fe, y desde allí avanzaron hacia la ciudad.

Monolito que marca el lugar de la primera batalla de Cepeda. Foto: Fortín Pergamino (Facebook)

LA BATALLA DE CEPEDA

La primera batalla de Cepeda aconteció el 1º de febrero de 1820, cuando se enfrentaron los ejércitos conformados por fuerzas del interior que tenían en Francisco Ramírez y Estanislao López a sus jefes más visibles contra el ejército de Buenos Aires que estaban comandado por los coroneles José Rondeau y González Balcarce.

Rondeau formó su ejército en una disposición clásica, con la caballería a los lados y la infantería y la artillería al medio; protegiendo sus espaldas quedaba la larga formación de carretas. Una posición muy difícil de vencer, si el enemigo atacaba de frente. Pero en medio de la llanura, los federales no estaban obligados a hacerlo, justamente porque sus tropas eran puramente de caballería.

López dejó el mando de las operaciones de la batalla a Ramírez. Es que López era experto en acciones de guerrilla, pero Ramírez había demostrado ser muy capaz en las batallas propiamente dichas. Junto a los santafesinos y entrerrianos, formaban en el ejército federal algunos indígenas del Chaco y un escuadrón de correntinos, al mando del capitán irlandés Pedro Campbell y el militar chileno José Miguel Carrera. (1)

EL LUGAR DONDE SE DESARROLLÓ

La batalla tuvo como escenario las adyacencias del Arroyo del Medio con el de Cepeda, lugar donde se encontraba el caserón de la estancia “La Ambogena”, que fuera de Mariano Benítez y más tarde de Luis García del Molino.

Fue una batalla que duró sólo unos pocos minutos a tal punto que se la denominó “La Batalla de los diez minutos”. (2) En la misma los federales dejaron de lado las tácticas militares para imponer en una arremetida salvaje la pasión social que los convocaba. De esa manera en unos pocos minutos destruyeron por completo la resistencia del Ejército Unitario, y la huida de la caballería directoral arrastró a Rondeau. El resto del ejército (casi mil hombres) ]debió retirarse hacia San Nicolás de los Arroyos (a orillas de río Paraná, a 60 km de distancia) y embarcarse de regreso a Buenos Aires, dirigido por el general Juan Ramón Balcarce. (3)

PERGAMINO, CAPITAL DEL FEDERALISMO

Esta Batalla está considerada como la primera acción de lucha intestina que se produjo después de la Revolución de Mayo. Se la consideró como el bautismo de fuego del federalismo argentino y como la primera afirmación colectiva de la mayoría popular a favor de la Organización Nacional Republicana Federal.

Después del triunfo de las fuerzas federales, Francisco Ramírez se encaminó con sus hombres hacia Buenos Aires a parlamentar con los representantes del Cabildo. En tanto Estanislao López con doscientos prisioneros se internó en Pergamino, donde estableció el cuartel general y asignó al lugar como Capital del Gobierno Federal (4) y desde este lugar lanzó la proclama en la que instó al pueblo de Buenos Aires a aceptar los principios políticos del federalismo. Principios que demostraron en la actitud de quedarse con la mayor parte de las fuerzas en las cercanías del Arroyo del Medio sin aprovecharse del triunfo que obtuvieron. A través de esta medida los caudillos federales exponían de manera clara y contundente su ideario federal “la guerra es contra la administración de Buenos Aires y no contra la provincia”.

CONSECUENCIAS DE LA BATALLA

El éxito que se obtuvo en Cepeda de 1820 posibilitó la instauración del federalismo, consolidándose la personalidad histórico-patriótica de las provincias y diseñándose el régimen de la Constitución Histórica de la Nación que se iniciara con el Tratado de Pilar del 23 de febrero de 1820, donde se reconocieron las autonomías provinciales.

En síntesis las consecuencias fueron las siguientes:

  • Disolución del Directorio. Renuncia del Director Supremo Rondeau. Asume el primer gobernador autónomo, Manuel de Sarratea, ascendido al poder con la protección de los federales. Firmó con ellos el tratado de Pilar.
  • Disolución del Congreso
  • No aplicación de la Constitución de 1819.
  • Surgimiento de las autonomías provinciales. Las provincias se gobernaron a sí mismas como entidades independientes.

Dueños de todo el norte de la provincia de Buenos Aires, López, Alvear, Ramírez y Carrera, convocaron en Luján el 30 de junio de 1820 una representación de los pueblos de campaña, que se llamó Junta de Representantes de la Campaña y estaban conformadas por representantes de los principales pueblos bonaerenses: Pergamino, San Nicolás Arrecifes, Baradero, Carmen de Areco, Salto, Exaltación de la Cruz. Esta comisión eligió como presidente al pergaminense José Lino Echevarría (5). Pero esta Junta muy poco pudo incidir, ya que las fuerzas militares de Buenos Aires se restablecieron con rapidez y reiniciaron su lucha.

LA SEGUNDA BATALLA DE CEPEDA

El militar prusiano Carl von Clausewitz, supo afirmar que la guerra no era más que la continuación de la política por otros medios y esta contienda militar no está afuera de ese principio. Podemos decir que después de Caseros (3 de febrero de 1852) que produjo la caída de Juan Manuel de Rosas, no significó de ninguna manera la unión nacional.

Existió entre el gobierno de la Confederación y el Estado de Buenos Aires un diferendo que se acrecentó, a medida que pasaron los años, siendo la causa principal de índole económica-financiera que tenía su eje en la Aduana. (6) Buenos Aires percibía los derechos que pagaban todas las mercaderías que venían del extranjero. Luego esas mercaderías recargadas por esos derechos pasaban al interior por medio de barcos de cabotaje o en carretas, sin que llegase un solo centavo a las provincias. A esto se debe agregar diferentes acciones como el asesinato del caudillo Nazario Benavidez (7), cercano a Urquiza. Se podría decir que fue la chispa que encendió la mecha, pero la batalla estaba anunciada desde el mismo momento en que se conformó la Confederación.

Esta segunda Batalla de Cepeda acontecerá el 23 de octubre de 1859, prácticamente en el mismo espacio que había acontecido la primera. Fue una batalla donde se presentaron diversas particularidades. Entre ellas se destacan la visible evolución de las armas, la estrategia militar que se aplicó, la primera utilización de uniformes y los personajes que participaron como el caso de Leandro Alem, José Hernández, Hipólito Yrigoyen, Tomás Guido.

Estuvieron, asimismo, presentes los intereses de las potencias extranjeras y se decidía resolver el eje Paraná- Buenos Aires.

Fue una batalla confusa, donde un general-literato (Mitre) hizo que lo fuera aún más con sus partes de guerra, donde insistió e hizo creer a Buenos Aires que su derrota sólo había sido sólo una “heroica huida”. (8)

La dimensión de esta batalla se encuentra en el simple hecho de que participaron de la misma prácticamente unos 20.000 hombres decididos a poner fin a sus vidas. De ellos más de mil la perdieron, otros resultaron gravemente heridos, mutilados en algunos de sus miembros, condenándose a la miseria.

EL LUGAR DE LA BATALLA

La batalla tuvo lugar en los campo de José Francisco Benítez, que luego fueran de García del Molino, Miguel Dávila, Catáneo y Baiocchi. El mismo se encuentra entre los arroyos del Medio, Cepeda, Cañada de las Escobas y La Rabona.

El ejército de la Confederación alistó sus avanzadas detrás del arroyo del Medio en campo de Buenos Aires y luego de una operación que duró ocho horas cruzó el arroyo.

Mitre al mando de las tropas de Buenos Aires se había apostado entre las cañadas de Cepeda y Los Cardos y sobre el actual pueblo de Mariano Benítez.

A las 15 del 23 de octubre los ejércitos estaban listos para iniciar la contienda bélica.

La acción se produjo a las 17,30 y duró aproximadamente unas tres horas

EL EJÉRCITO DE LA CONFEDERACIÓN

El Ejército de la Confederación contaba aproximadamente con 11.000 a 14.000 hombres, de los cuales unos 10.000 pertenecían a la caballería y el resto a la infantería. Estaba artillado con 35 cañones y obuses. Toda esta fuerza estaba comandada por el general Justo José de Urquiza y colaboraban con él los militares: Benjamín Virasolo, quien en su condición de jefe del estado mayor de la Confederación Argentina, organizó el ejército para la batalla de Cepeda; José Miguel Galán, Jefe de la infantería; Miguel Jerónimo Galarza, Jefe de una división de caballería;

Isidro Quesada, jefe de la escolta de Urquiza; Manuel de Olazábal, edecán de Urquiza; José Hernández, quien ostentaba el grado de capitán y se encontraba bajo las órdenes del coronel Eusebio Palma.

En esta primera línea de oficiales se encontraban También: Manuel Obligado, Manuel Antonio Urdinarrain. Miguel Galarza, Juan Pablo López, el general Juan Esteban Pedernera, los coroneles Dámaso Centeno, Manuel Basavilbasso, W. Urquiza, Hilario Lagos, José Isear, Wenceslao Martínez, quien ascendió a teniente coronel después de esta batalla. Se destacaban muy especialmente el coronel Manuel Baigorria y los caciques Cristo, Gregorio y Coliqueo, entre otros, quienes tuvieron a su cargo a unos 800 indígenas armados de lanzas, boleadoras, facones y carabinas en algunos casos.

EL EJÉRCITO DE BUENOS AIRES

Por otra parte las fuerzas de Buenos Aires estaban compuestas aproximadamente entre 7.000 y 8.000 hombres al mando del general Bartolomé Mitre, quien inauguraba el cargo militar, además de haber sido designado Comandante en Jefe.

Entre los colaboradores inmediatos se encontraban: los generales: Emilio Mitre, Emilio Conesa, Manuel Hornos, Wenceslao Paunero, Venancio Flores, el coronel Pablo Irrazabal, el jefe de la caballería Francisco Borges, el coronel Julio de Vedia, el teniente coronel Julián Martínez, coronel Manuel Obligado, coronel Juan Carlos Boerr, Lucio Somoza, Eudoro Balza, Carlos Lezica, José Miguel Arredondo, quien era Comandante de un regimiento de infantería.

En San Nicolás, donde se apoyaban las fuerzas de Mitre se encontraban entre otros un batallón de reserva comandado por Emilio Castro y el capitán Domingo Ballesteros, encargado de los depósitos del parque y Comisaría del ejército y de los víveres como del carbón para la escuadra. Fue quien preparó con éxito los buques que permitió con éxito la retirada de Mitre y sus tropas.

Entre los civiles estaban: Estanislao del Campo, Joaquín Acevedo, E. Madero, Basso, Lavalle, J. Chassaing.

Estas fuerzas de Buenos Aires estaban perfectamente armadas y equipadas, medianamente montados y mal instruidas. La mayor fuerza se encontraba en la Guardia Nacional de Infantería.

CONSECUENCIAS POLÍTICAS DE LA BATALLA

A pesar de haber sido vencidos en el campo de batalla los porteños no cedieron muchos en las negociaciones realizadas. A tal punto que los principales oficiales de Urquiza estaban indignados y en el caso del general Ricardo López Jordán se encuentran las palabras precisas de lo que aconteció: “Se había llegado a Buenos Aires como vencedor, y negociado como derrotado”. (9)

La consecuencia más visible de esta batalla es que reincorporó “de derecho” la provincia de Buenos Aires a la Confederación y permitió a Urquiza finalizar con su período de gobierno, posiblemente el único gran logro, ya que los otros puntos firmados en el pacto del 11 de noviembre de 1859 nunca se cumplieron.

COROLARIO

Las dos batallas de Cepeda, que acontecieron en los campos de Pergamino fueron rotundas victorias del interior o mejor dicho del federalismo, pero terminaron siendo sólo un episodio que apenas interrumpió la victoria definitiva del predominio de Buenos Aires, quienes a través de tratados, lograron los porteños-unitarios lo que no pudieron en el campo de batalla. De esa manera pudo Buenos Aires reorganizarse, imponiendo un sistema político muy poco democrático y con un sistema económico centrado en las exportaciones agropecuarias y un sistema cultural-educativo de imitación a todo lo que fuera europeo.

* El autor es profesor de lengua, literatura, e historia, historiador y escritor, nacido en Moquehuá, partido de Chivilcoy. Tiene publicados libros de poesía, de historia, ensayos, relatos y biografías. 

Bibliografía

1.- Benjamín Vicuña Mackenna (1837). El ostracismo de los Carreras: Los generales José Miguel i Juan José i el coronel Luis Carrera. Episodio de la independencia de Sud-América. Santiago de Chile: Imprenta del Ferrocarril, pp. 536.

2.- Ricardo Levene (1970). Historia argentina y americana. Tomo II. Buenos Aires: Bibliográfica Omeba, pp. 217

3.- Pedro Enrique Martí Garro (1982). Historia de la artillería argentina. Buenos Aires: Comisión del Arma de Artillería «Santa Bárbara», pp. 423

4.-Con esta condición de Capital del Gobierno Federal estuvo Pergamino desde el 2 de febrero hasta el 15 de ese mismo mes.

5.- Esta Junta que presidió José Lino Echevarría tenía como objetivo la colocación de Alvear como gobernador de la provincia de Buenos Aires.

6.- Chianelli, Trinidad Delia. Mauá: la penetración financiera en la Confederación Argentina. Revista Todo es Historia N° 84

7.- Quiroga Micheo, Ernesto. El asesinato de Nazario Benavides. Revista Todo es Historia. N° 150

8.- Ruiz Moreno, Isidoro. Campañas militares argentinas. Tomo I. Emecé. Buenos aires. 2004

9.-Chávez, Fermín. Vida y muerte de López Jordán. Ed. Hyspamérica, Bs. As. 1987

Fuente:Infocielo.com

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