Los tres detenidos por el homicidio profesan el culto y hay rastros de un ritual macabro que incluía el sacrificio humano.

El crimen de Fernanda Pereyra abrió la puerta al ritualismo. Existen rastros de que la joven embarazada fue asesinada y quemada en una hoguera como parte de un ceremonia que implicaba un sacrificio humano a la vera de la Ruta 6, a tres kilómetros de la localidad neuquina de Rincón de Los Sauces.
Por el hecho fueron acusados por «homicidio agravado» su ex pareja, Luciano Hernández y dos amigos: Osvaldo Castillo y Diego Marillán.
Los investigadores encontraron en la casa donde vivían Hernández y Castillo un santuario de San La Muerte, al que le rinden devoción principalmente los narcos. Había velas negras, rojas y blancas, música satánica, una muñeca de papel con la misma estatura de Fernanda y una peluca de color caoba, el mismo color de pelo de la joven, que le ofrecían al santo.
En el fondo del lugar había un corral improvisado con palets con unaoveja con la que suponen practicaban algunos rituales. Además, el lugar donde quemaron el cadáver no habría sido elegido al azar: el descampado está en el kilómetro 6 de la ruta 6. La víctima, además, estaba embarazada de 6 meses. Para los investigadores, se trata de un gesto dedicado al 666, el número biblico de «La Bestia».
Por otro lado, Castillo, conocido también como «Rapunzel», tiene el torso tatuado de mujeres en llamas, tridentes, el diablo, dragones y demás imágenes relacionadas con el satanismo.
Fuente: Minutouno